Antes del toque de corneta
ya te encuentro erguido,
armado y sediento de batallas
mi querido soldado amigo.
Esta noche tus sueños
lo pueblan mil escenas
de luchas cuerpo a cuerpo
y estocadas de bayonetas.
Pero al amanecer, querido amigo,
la guerra que deseas no la hallas.
Habrás de consolarte con maniobras solitarias
recreando en tu memoria contiendas ya pasadas
y con fantasías de cruzadas
que nunca fueron ni serán celebradas.
Y con un burdo sucedáneo
del auténtico fragor de una batalla
todo tu cuerpo se estremece
y la carga de tu arma se dispara.