Y entonces no sólo se hizo evidente que circulábamos en
sentido contrario, si no que tampoco nos importaba hasta que la gasolina se
agotó. Quizás tuvo algo que ver la costumbre de creerse por encima de las
manecillas del reloj, o de pensar que el futuro es siempre mejor que el
presente, básicamente, porque es más
nuevo, y en algunas películas se ve mucho más bonito.
Sea como sea, quedó en evidencia que el sol sigue saliendo por las mañanas,
aunque uno tenga mucha fe en su tienda de linternas, y que en los juegos las
reglas no sólo son arbitrarias, sino también interpretables. Al hombre del
tiempo también le sorprende la lluvia de vez en cuando, más de lo que se compromete en su contrato.
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